El Término «Bargueño» lo utilizó por primera vez en 1872, Juan Facundo Riaño, en el Catálogo de objetos artísticos españoles del Museo Victoria and Albet, recogiéndolo de la Tradición oral popular como desde hacía siglos se venía llamando dicho mueble.
Fué admitido por la Real Academia de la Lengua en 1914. Otras denominaciones que se dieron en los siglos XIV y XV a este tipo de mueble, fueron las de «Arquilla» o «Escritorio» con pequeños cajones y tapa abatible, para conservar dinero o documentos, manuscritos, etc.
Han surgido varias teorías sobre el nacimiento del mueble llamado Bargueño. Una de ellas, quizá la más antigua, es aquella que cuenta que, en la gran tradición artesana de la capital Toledana en tiempos de los Moriscos sobre los siglos XI o XII, un grupo de artesanos de la madera por razones que la leyenda no determina, fueron expulsados de Toledo. Estos se instalaron en el cercano pueblo de Bargas, y las arquilias o muebles por ellos hechos, se les llamó Bargueños por hacerlos en el pueblo de Bargas.
Más tarde, estos muebles, se utilizaron para diversos menesteres, como por ejemplo, guardar el ajuar de las novias, como escritorios o como cajas de caudales para transportar dineros y correspondencias, cargados sobre las caballerías de una parte a otra del país, etc.
Las mejores piezas de estos Bargueños son las que se han conservado en Museos, Palacios, Castillos, Fundaciones o Colecciones particulares.
Muchas de ellas, son piezas únicas y de un interés histórico excepcional, no digamos económico.
Realmente, son joyas únicas en su estilo, y por ello, la firma «EL BARGUEÑO TOLEDANO» lleva varios años reproduciendo estas piezas, copiando tanto de Museos como de Colecciones particulares los mejores modelos y tratando de realizar unas copias exactas a los modelos originales.